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TENDENCIAS POR: Columnista Invitado

Somos seres de necesidades.

FOTO: Internet

POR: Sextima.co | Instagram: @sextima.co

La gran mayoría de nuestras necesidades básicas deben ser satisfechas con recursos externos a nosotros (alimento, agua, aire, materia para labrar nuestros sueños, territorio, etc.), muy pocas nos las podemos auto-abastecer (dormir, defecar, orinar).

Y varias de nuestras necesidades sólo pueden ser satisfechas y confirmadas si existe o hay un otro presente (reconocimiento, estima, valoración, clan, vínculo, cariño, afecto, contacto físico, sexo, etc.).

Reconocer y saber nuestras necesidades básicas para poder satisfacerles y gestionarles es de vital importancia; ya que todas las necesidades deben ser retribuidas con cierta regularidad, algunas cada segundo, otras cada cuatro horas, otras cada día, otras cada semana, etc., el tiempo que se puede prolongar la satisfacción de una necesidad básica puede variar entre sujeto y sujeto, pero hay una periodicidad de satisfacción para cada necesidad.

No obtener alguna de nuestras necesidades humanas de manera prolongada nos ocasiona comportamientos violentos, patologías, conductas estereotipadas o búsqueda de sustitutos, sustitutos que jamás van a retribuir la necesidad básica per se, porque el hambre se repara con comida, el sueño durmiendo o el contacto físico con contacto físico.
 
Igualar adicción con necesidad o motivación básica, no nos hace bien, no son lo mismo, somos seres de necesidades y por ende seres que desean constantemente saldar sus motivaciones para vivir  o sobrevivir, el deseo nos pone en movimiento hacia la satisfacción de nuestras necesidades por medio de un sistema de memoria-placer-recompensa, un sistema vital para nuestra supervivencia y bienestar. Las adicciones o los comportamientos estereotipados por el contrario son modos sustitutos que buscan compensar (sin lograrlo efectivamente, porque la carencia sigue estando) y nos informan que una necesidad básica no ha sido atendida por un tiempo dilatado.
 
Ahora bien, al reconocer que una gran parte de nuestras necesidades se encuentran y sólo pueden ser satisfechas si hay un otro, nos pone una gran tarea y responsabilidad, volvamos a recordar algunas de estas necesidades que sólo pueden ser satisfechas si hay un otro: reconocimiento, estima, valoración, clan, vínculo, cariño, afecto, contacto físico, sexo, etc. aprender a proveérnoslas y solicitarlas de manera respetuosa y consentida es de vital importancia para no entrar en transgresiones u violencias.
 
Pero también nos entrega la labor de ser más empáticos y convertirnos en mejores cuerpos de servicio para las personas que nos rodean, ya que en nosotros el otro encuentra la recompensa a este amplio grupo de necesidades (y las de nosotros en ellos), por ello, somos y seremos objetivo de deseo. 
 
Romper el ciclo de la violencia debe empezar en algún lugar, ya que este va más o menos así: si somos transgredidos, nos cerramos y si nos cerramos el otro va a tener menos espacios donde satisfacer sus necesidades, por ende va a tener que ejercer más fuerza para satisfacer sus necesidades la siguiente vez y al hacer más fuerza, la violencia va en aumento, obligándonos a cerrarnos más y así sucesivamente.
 
O mirémoslo desde la otra perspectiva: si transgredimos a alguien para satisfacer alguna de nuestras necesidades afectivas, sensuales o sexuales, la otra persona se cierra, vamos a tener menos espacios donde satisfacer nuestras necesidades, por ende, vamos a tener que ejercer más fuerza para satisfacerle la siguiente ocasión y al hacer más fuerza, la violencia va en aumento, obligando a que el otro se cierre más y así sucesivamente la espiral va tornándose más mórbida.
 
Es por eso que para que haya un cambio requerimos:

  1. Saber que tenemos necesidades básicas que deben ser satisfechas.
  2. Conocer que todas nuestras necesidades deben ser saldadas con cierta regularidad.
  3. Advertir que la constante exclusión o privación a una necesidad básica nos genera comportamientos estereotipados, la búsqueda de sustitutos y puede desembocar en auto-violencias o transgresiones a los demás.
  4. Entender que gran parte de nuestras necesidades se encuentran en el otro.
  5. Admitir que somos seres interdependientes.
  6. Reconocer que como adultos, es nuestra responsabilidad buscar maneras para satisfacer nuestras motivaciones, sobre todo aquellas que se encuentran en el otro sin transgredir, irrespetar o violentar la soberanía de los demás.
  7. Por lo tanto, aprender a solicitar, informar y comunicar de manera respetuosa y asertiva lo que requerimos para nuestro bienestar es vital.
  8. Asimilar que las necesidades que sólo pueden ser satisfechas a través de un otro deben realizarse de forma consensuada e informada, o sea, ambas partes deben estar de acuerdo.
  9. Educarnos sobre consentimiento.
  10. Desarrollar la empatía para empezar a escuchar, y recibir las solicitudes que se hagan con respeto por parte del otro hacia nosotros, sin que esto signifique que su deseo lo debamos satisfacer obligatoriamente.
  11. Reconocer nuestra soberanía y la del otro.
  12. Ser más conscientes que debemos perfeccionar nuestros cuerpos de servicio (sin negarnos o lastimarnos) frente a necesidades humanas como: reconocimiento, estima, valoración, seguridad, vínculo, cariño, afecto, contacto físico, sexo, etc., y de esa manera, nutrirnos colectivamente.

Hay más factores que influyen en la comunicación asertiva de nuestras necesidades para que estas puedan ser subsanadas adecuadamente, pero esperamos este breve artículo nos invite a realizar algunas modificaciones a las maneras de relacionarnos diariamente o a investigar más sobre cómo podemos transformar nuestros modos de encontrarnos.

Gracias a por llegar hasta aquí.

Abrazos y nos vemos en otro artículo, o en nuestras redes sociales. 

REVISTA EROTIK


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